El libro

"Lumy, el conejito de luz" es un libro que cuenta la historia de la amistad de una niña, Olga, y un conejito de luz. Rebosa ternura y amor. Trata de cosas muy importantes, cosas que ayudan a conocerse y a conocer el mundo que nos rodea, cosas que ayudan a construir bien la vida propia y a ser feliz viviendo.

Un día de junio, Olga, una niña de diez años, conoció a Lumy, un conejito de luz, y, desde entonces, su mundo cambió, fue más hermoso.
Juntos hicieron cosas importantes, como charlar estando de verdad uno al lado del otro; ver cómo surcan las nubes el azul del cielo, cómo aparecen, se transforman y desaparecen en el horizonte; admirar cómo se abren las flores y crecen las hojas, cómo colaboran las hormigas en su existir; descubrir cómo las estrellas se esconden en las brumas infinitas del universo...
El tiempo que compartieron no fue el tiempo que se puede medir en minutos. Acompañará a Olga para siempre. "Mientras no me olvides, no me perderás", le dijo una vez Lumy.

Este libro lo escribimos Alejo y yo hace unos cinco años. Fue idea de Alejo hacerlo juntos. Él había terminado la Educación Secundaria Obligatoria y yo le pregunté qué quería como regalo.
—Quiero que escribamos un libro juntos, mamá —me contestó ilusionado.
No me lo esperaba, me sorprendió.
—Bueno, de acuerdo. Piensa de qué quieres escribir —dije sobrecogida por la responsabilidad.
Era una gran aventura que se nos brindaba de repente. No sabía cómo iba a salir. Ya habíamos escrito en familia, entre los cinco, tres libros de "Las mágicas aventuras de la bruja Pamplinas". Teníamos esa experiencia de trabajar juntos en la creación de un libro. ¿Por qué no iba a salir bien? ¡Ánimo y adelante! ¡Y que sea algo hermoso para recordar y compartir con otros!
—Inventa un personaje, hijo —propuse—. ¿Qué personaje te gustaría? ¿Un animalito? Sabes, cuando yo era pequeña, jugábamos con los rayos de sol que se calaban entre el verdor de los árboles, perseguíamos sus saltarines reflejos e intentábamos atraparlos. Por aquel entonces yo vivía en Rusia, y, en ruso, llamábamos "conejitos" a esos rayos de luz.
—Hum, me gusta —interrumpió Alejo—, ¡un conejito de luz! Podríamos escribir sobre un conejito de luz muy especial.
—A mí también me gusta —dije contenta.

Alejo y yo nos queremos y nos llevamos bien. Este sentimiento se reflejó en el  libro de Lumy. El tiempo en que lo escribimos, fue un tiempo privilegiado, muy rico en palabras importantes. Fue como una conversación soñada entre una madre y un hijo, sobre cosas que a uno le gustaría comunicar y enseñar. Por eso, el libro de "Lumy, el conejito de luz" se presta mucho a introducir conversaciones entre padres e hijos en un espacio-tiempo de cariño y unión.

Olga, el otro personaje principal, es una niña de diez años que pasa por una temporada un poco difícil. Se rompió una pierna patinando con sus amigos, y sus padres, que tenían que seguir trabajando, la llevaron al pueblo, a casa de sus abuelos Eduardo y María. Cerca de la casa de los abuelos había un prado con muchas flores. Ahí se quedaba Olga para tomar el sol, pasar un rato pensando, soñando y mirando las nubes. Las había de distintas formas y tamaños, blancas, grises y oscuras. A Olga le gustaba cómo se deslizaban por el azul del cielo, como se juntaban creando figuras que se transformaban en otras al fragmentarse, para desaparecer en algún punto del horizonte.
En ese prado fue donde conoció a Lumy, el conejito de luz.



"Lumy, el conejito de luz" fue el primer libro que Begoña Monge Moreno ilustró para nosotros. Ella soñaba con ilustrar un libro de cuentos y nos encontramos. Nuestro trabajo en común resultó ser fructífero y gratificante.
Begoña dice que intentó reflejar con sus dibujos el amor y la sensibilidad con que estaba escrito el texto. Comenta que "Lumy, el conejito de luz" desprende tanto cariño y ternura que te hace pensar en la importancia de las pequeñas cosas y de lo que nos rodea.

Este bonito sueño de creación artística continúa con los libros de las aventuras de la bruja Pamplinas, una bruja muy divertida y algo despistada, a la que no dejan de ocurrirle acontecimientos sorprendentes. Según Begoña, la bruja Pamplinas es especial, buena y cariñosa, y sus aventuras están llenas de imaginación. Las ilustraciones tratan de descubrir el maravilloso mundo mágico en el que vive junto a su gato Milkifú y su fiel lechuza Luf.


3 comentarios:

  1. Parece interesante y divertido, aparte de que deja ver una buena relación materno-filial.En estos tiempos en los que, el tiempo que pasamos con nuestros hijos es escaso debido a que es dificil compatibilizar vida familiar y laboral, el trabajo de los autores demuestra que: siempre se puede, si se quiere. ENHORABUENA.

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  3. Es mi preferido de entre los que he leído de esta familia tan peculiar y envidiable. Te hace sonreír al alma y pasas un rato estupendo si lo lees junto a seres pequeñitos que estrenan sus sentimientos.Gracias familia

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